El sábado 23 de agosto a las 18hs fue proyectada “A-Diálogo sin fronteras” en la sede de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino. El documental fue exhibido en el marco del curso “El racismo al diván en el país del olvido”, y contó con el auspicio del Consejo Nacional Armenio. Al finalizar la proyección, tomaron la palabra Ignacio Dimattia, director del film, Ana Arzoumanian, Alejandro Kaufman, docente universitario y ensayista, y Carolina Karagueuzian, directora del CNA de Buenos Aires. La coordinación estuvo a cargo de Pablo Vilar, director de Enseñanza de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino.
Luego de la introducción de Vilar, Dimattia fue el primero en intervenir e invitó al público a realizar preguntas sobre el documental. A través de sus respuestas, el director reconstruyó el camino que lo había llevado desde su indagación en temáticas como la identidad y el trauma hasta la vinculación entre las experiencias de los descendientes de armenios en Argentina junto al horror vivido en la última dictadura cívico-militar, que en la película emergen a través del diálogo entre Ana Arzoumanian y Adriana Kalaidijian, hermana de Elena, detenida-desaparecida.
Por su parte, Arzoumanian, recuperando conceptos de Marc Nichanian en “La perversión historiográfica”, tuvo como punto de partida el mecanismo del verdugo de exigir al sobreviviente la necesidad de presentar pruebas de lo que le ocurrió, es decir, la prueba como pulsión perversa. Su exposición, junto al pasaje del texto ficcional “Del vodka hecho con moras” que leyera al concluir la actividad, pueden leerse aquí.
Asimismo, Carolina Karagueuzian se refirió a las dos historias que toma la película, y señaló que el hecho de haber podido encontrar puntos en común “tiene que ver con un recorrido de lucha y de resistencia, tanto de la comunidad armenia de la Argentina como de los organismos de derechos humanos que hicieron que se pudiera seguir contando esta historia y que hasta el día de hoy sigamos haciendo memoria”. También se refirió a la baldosa en memoria de Elena Kalaidjian que se colocó en el año 2008 en el colegio Armenio Jrimian, donde las protagonistas cursaron sus estudios y donde transcurre gran parte del documental.
“La marcación tardó mucho en llegar, pero porque también fue parte de un proceso en el que la escuela cambio mucho sus miradas y en donde el ejercicio de la memoria se convirtió en un eje fundamental . Fue por la propia iniciativa de los estudiantes y el cuerpo docente ,en un proceso de trabajo junto al CNA y al Instituto Espacio para la Memoria iniciado en 2007, que junto a Adriana y a su madre colocaron la baldosa. Esta experiencia marcó un camino para continuar con iniciativas que permitan la reflexión y análisis de los estudiantes sobre las prácticas sociales genocidas y violación a los derechos humanos que lamentablemente forman parte de nuestro presente”.
Finalmente, Alejandro Kaufman inició su intervención aludiendo a las declaraciones recientes de Erdogan donde consideraba que ser llamado armenio constituía un insulto, y a la autonomía que adquieren los símbolos producidos por acontecimientos como el genocidio. También recordó que este término fue acuñado por el intento de exterminio del pueblo armenio por parte del Estado turco y en la víspera de la Shoá. Y que a pesar de que al finalizar la 2da guerra mundial se habló de que nunca más podía ocurrir un hecho de esa magnitud, el nunca más “es más bien siempre de nuevo, siempre otra vez”. “Hoy estamos en una situación donde incluso se habla de prácticas genocidas, como si se trataran de situaciones normalizadas” agregó.
“A través de la negación del genocidio, se produce un trauma indecible, intransmisible e interminable. Esto sin embargo actúa, porque a través del tiempo sigue presente en personas cada vez más distantes del acontecimiento, incluso en el caso armenio con la singularidad de que por el paso del tiempo sus perpetradores directos ya no están” afirmó Kaufman, quien sostuvo que “la dinámica que llevó al acontecimiento sigue teniendo vigencia, los genocidios no terminan, hablar de esto como si no fuera actual es también una forma de negacionismo”.
Foto: Ignacio Dimattia, Ana Arzoumanian, Pablo Vilar, Alejandro Kaufman y Carolina Karagueuzian