Un engaño que pudo detenerse
(DIARIO ARMENIA) Días antes de la Semana Santa de 2010, empleados del Departamento Monumentos y Obras de Arte (M.O.A.) de la Dirección General de Espacios Verdes de la Ciudad de Buenos Aires (D.G.E.V) bajaron un cajón de madera terciada de un flete particular y lo dejaron junto a la puerta de salida de la oficina del director de esa dependencia gubernamental.
Los empleados no sabían qué transportaban, pero estaban sorprendidos por lo liviano del cajón a pesar de su tamaño.
Cerca de uno de los vértices la caja tenía pegado un papel blanco con un pequeño escudo rojo ovalado que servía de fondo a una medialuna y una estrella orientadas hacia arriba.
En tanto, otros empleados calificados del lugar trabajaban en la restauración de algunos monumentos de la ciudad que estaban rotos o dañados producto del vandalismo o por el paso del tiempo. Entre las obras del lugar estaba el busto del general Ahmet Orabi, un ignoto para los porteños pero que fue líder del movimiento independentista egipcio de fines del siglo XIX que luchó contra la explotación e influencia británica.
En la descripción del retrato, la historiadora de la ciudad María del Carmen Magaz destaca en su libro Patrimonio Escultórico de Buenos Aires que Orabi “exhibe rasgos fisonómicos definidos que denotan preocupación”, como presintiendo un escándalo que se desataría años más tarde.
Por el lugar de privilegio que ocupó en la Plaza República de Egipto del Parque Tres de Febrero, el busto del General Orabi supo ser testigo del auge del Club de Amigos en los primeros años de la presidencia de Carlos Menem frente a la majestuosa Columna Persa de diecinueve metros de altura en la plaza República Islámica de Irán; todo bajo la custodia de la imponente estatua ecuestre de Justo José de Urquiza en la intersección de las avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento.
Precisamente en ese lugar Recep Tayyip Erdogan iba a encabezar el lunes 31 de mayo de 2010 a las 10:30, el acto de la inauguración de otro busto: el de Mustafá Kemal, el autodenominado Atatürk (Padre de los turcos).
Entusiasmado por el golpe de efecto que produjo en su imagen la negociación frente a Irán junto con Luiz Inacio Lula da Silva para llegar a un entendimiento por la producción del uranio enriquecido, el entonces Primer Ministro turco y hoy presidente Erdogan había iniciado una gira por Sudamérica a fines de mayo de ese año, aprovechando su asistencia en el III Foro de la Alianza de las Civilizaciones que se desarrolló días más tarde en Río de Janeiro. Además de Brasil, la gira preveía una visita a Chile y a la Argentina, dos países donde hubo -en distintos niveles- reconocimiento del Genocidio Armenio, el mismo que su Estado niega sistemáticamente.
Erdogan estaba siendo protagonista directo de los cambios en la estructura política de su país dándole un vuelco hacia el islamismo al Estado laico y secular que impuso justamente Mustafá Kemal desde 1928. El Primer Ministro se despidió con un “hasta luego” de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con la idea de volver a verla en un par de días en Buenos Aires. Sería la primera visita de un representante turco de tan alto rango. La delegación la integrarían también varios ministros de su gabinete, además de 300 empresarios con una agenda de negocios armada por la embajada turca en la Argentina.
El sábado 29 de mayo amaneció lluvioso y con un fuerte rumor diplomático que se confirmó recién a las 18.30 de ese mismo día. A esa hora se hizo público que Ahmet Davutoglu, el ministro de Relaciones Exteriores turco, le informó a la Cancillería argentina que Erdogan suspendía su visita al país por un “desaire” del Gobierno de la Ciudad. La decisión definitiva fue tomada luego de la respuesta telefónica de la presidenta explicándole al Premier la imposibilidad de interceder ante la Ciudad por haber suspendido la inauguración del busto de Atatürk ya que el gobierno nacional no tenía injerencia sobre éste, algo que se hacía más difícil aún, por ser gobiernos de distinto signo político. Erdogan le manifestó a la presidenta que “en estas condiciones no podría venir”. Por su pensamiento autoritario probablemente no haya entendido lo de la autonomía y menos aún lo de la no injerencia.
“La presidenta y Erdogan se comunicaron telefónicamente de una manera muy amistosa y el primer ministro le expresó el disgusto que le causó la decisión del Gobierno de la Ciudad”, dijeron desde la Cancillería argentina luego de acusar al gobierno de Macri por el mal manejo del tema y ser el motivo de la suspensión del viaje del Primer Ministro turco. Por su parte el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, lamentó la suspensión de la visita por que según dijo “era una buena oportunidad de contar con la presencia de un Primer Ministro que integra el G-20”.
La presión fue muy importante y con peligro de agrandarse aún más.
El hoy presidente de los argentinos Ing. Mauricio Macri, jefe de Gobierno en ese momento, y Diego Santilli, actual vicejefe de la Ciudad y ministro de Ambiente y Espacio Público porteño por ese entonces, recibieron el 28 de mayo sendas Cartas Documento de privados alertándolos del malestar de los ciudadanos de origen armenio. Se presentaron amparos judiciales y el diario Clarín publicó ese mismo día una carta de lectores del Consejo Nacional Armenio repudiando la actitud del Gobierno de la Ciudad, explicitando de quién se trataba el personaje en cuestión.
Gracias a un pedido de entrevista gestionado con anterioridad, el mismo viernes 28 de mayo Diego Santilli recibió al mediodía a representantes de la comunidad armenia con el reclamo en la boca por la decisión de emplazar el busto de Mustafá Kemal en la ciudad. El ministro midió problemas y comprendió que era preferible pagar el costo político con el embajador turco a enemistarse con la comunidad armenia.
Al día siguiente una solicitada firmada por la Comunidad Armenia de la Argentina en los principales diarios nacionales expresaba también el repudio por la visita de Erdogan y calificaba de “vergonzante” el intento de “inaugurar el busto del genocida Mustafá Kemal Atatürk, continuador del plan de exterminio iniciado el 24 de Abril de 1915 por el imperio turco-otomano y el responsable de inaugurar la política de negación del Genocidio de los armenios sostenida por el actual gobierno de Turquía”.
El ministro Santilli jamás pensó que lo acordado y prometido a principios del mes de febrero de 2010 a Hayri Haylet Yalav, embajador turco de turno, ocasionaría semejante derivación y tal enojo comunitario. Rápido de reflejos, tomó la decisión de anular la instalación del busto y se justificó diciendo que todo fue fruto de un error. Dijo que lo fueron a ver para hablar del tema y que “la gente de la embajada le comentó que ya había un busto instalado en el mismo lugar donde se lo iba a colocar.”
Sin embargo, el informe 5260/2009 de la Dirección Nacional de Espacios Verdes –de la Dirección General Técnica Administrativa y Legal- con fecha 24 de diciembre del 2009 le advertía al ministro Santilli que “no existían datos relacionados a un anterior busto de Atatürk en la Ciudad de Buenos Aires” como lo afirmaba el embajador turco en una carta dirigida al Ingeniero Mauricio Macri con fecha del 11 de noviembre del mismo año.
En dicha carta Yalav informaba falsamente que con motivo del 50º aniversario de las relaciones diplomáticas entre Turquía y Argentina, la Municipalidad de Buenos Aires emplazó un pedestal con el busto de Atatürk y que “desgraciadamente en 1983 el busto fue removido”, siguiendo la mentira. La carta terminaba con un pedido de instalar nuevamente al pedestal un busto del personaje en el marco de las celebraciones del centésimo aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Marcos Peña, quien se desempeñaba como Secretario General del Gobierno de la Ciudad, rechazó las acusaciones de la Cancillería afirmando que nunca hubo un compromiso de emplazar el monumento y más adelante afirmó que “la Embajada de Turquía lo había pedido y dijo contar con una autorización del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, pero esa autorización nunca existió”.
Peña, mano derecha del Presidente de la Nación en el presente, se equivocaba: en una nota del 4 de febrero de 2010 dirigida al embajador turco, Santilli se comprometía “a poner en buen estado y forma el pedestal para el busto de Atatürk que sería colocado en el Parque 3 de Febrero” a pesar del aviso de la repartición técnica y legal de su propia estructura.
Además, según el cronograma del acto, funcionarios de altísimo rango de la Ciudad y el propio Ministro iban a participar de la inauguración del día 31 a las 10 de la mañana, para lo cual había previsto un muy fuerte dispositivo policial. A esa nota se refería el embajador turco al afirmar que tenían una carta firmada por Santilli autorizando la instalación.
“Nosotros tenemos una posición clara a favor de respetar el sentimiento de la comunidad armenia y todo el dolor que ha causado ese genocidio”, afirmó Mauricio Macri en una conferencia de prensa el lunes 31 de mayo. “No estamos para hacer cosas por las que se sienta agraviada una de las comunidades importantes de la ciudad de Buenos Aires”, culminó el actual presidente argentino. Horas antes Santilli había asegurado en declaraciones radiales que el mandatario de la Ciudad Mauricio Macri “no tenía nada que ver con el tema”.
El escándalo diplomático fue tema de casi todos los diarios del domingo y fue tratado en tapa por algunos. Osvaldo Bayer, en la contratapa de Página|12, elogió días más tarde a la colectividad armenia destacando “lo actuado frente a lo injusto.” Natasha Niebieskikwait en las páginas de Clarín hablaba de la “influyente comunidad armenia de la Argentina”, mientras que en Turquía acusaban al lobby armenio por el estruendoso rechazo.
En enero del año siguiente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner viajó a Ankara para recomponer la relación deteriorada con Erdogan, una visita que recibió críticas desde una nota editorial de La Nación. Las imágenes de la colocación de la ofrenda floral en el mausoleo del autodenominado Ataürk fueron celosamente cuidadas para que no se publicara en ningún medio nacional. La herida seguía abierta.
Existió una oscura trama compleja de desmadejar por la cual se pretendió hacer pasar la idea de que en la ciudad de Buenos Aires ya existía un busto de Mustafá Kemal y que la inauguración del 31de mayo era sólo una restitución, o sea una reinauguración, palabra clave para descubrir la componenda.
La única forma de hacer intervenir al Ministerio de Ambiente y Espacio Público salteando los pasos legales era hacerlo pasar como una reposición, y resulta difícil aceptar que el ministro Santilli no estuviera al tanto de las comunicaciones de su propia cartera a 72 horas de la (re) inauguración, alertando que el busto del llamado Atatürk no estuvo en ese lugar ni en ningún otro de la Ciudad de Buenos Aires.
A través de esta burda operación armada y soplada desde adentro del Ministerio se evitaba pasar por la Legislatura porteña, indudablemente un lugar de terreno árido para este proyecto por la magnífica relación de casi todos los bloques con miembros e instituciones de la comunidad armenia.
La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires en su artículo 89 es muy clara en relación a los temas que requieren el procedimiento de doble lectura de la Legislatura. Allí se indica que deben tener este procedimiento, entre otros, la imposición de nombres a sitios públicos y emplazamientos de monumentos y esculturas. Luego de la primera aprobación de los proyectos, el artículo 90 indica que se debe convocar a una Audiencia Pública dentro de un plazo de 30 días y, además de consultar a entidades profesionales especializadas, “es obligación informar a los sectores sociales, vecinos o entidades comunitarias que tengan intereses legítimos”. En otras palabras, lo que significa que si se seguía este mecanismo legal, el proyecto de emplazamiento del busto se archivaba antes de empezar a tratarse.
El busto de bronce del General Ahmet Orabi de poco más de un metro de altura, fue retirado de la base de mampostería y mármol en el año 2003 para prevenir un probable robo, una acertada previsión por el contexto social de la época. “Es posible retirar un monumento por un posible robo” le dijo a este cronista la experta María del Carmen Magaz. “Lo que no es común es que pase el tiempo y no se lo vuelva a emplazar”, recalcó haciendo referencia a los trece años que pasaron desde que el pedestal que supo ocupar Orabi está vacío.
Había cierto apuro por retirar el cajón de madera terciada del depósito de Monumentos y Obras de Arte de la Avenida Casares y Adolfo Berro. Esta vez no fueron los empleados de la dependencia del Gobierno de la Ciudad los que lo cargaron, sino los contratados por la frustrada embajada turca en la Argentina. En M.O.A. no hay registros de entrada del busto pero sí de salida, fue el sábado 29 de mayo. Un día poco habitual de trabajo y de atención para ese organismo.
El cada vez más autoritario Erdogan ya no estaba de parabienes: la misma madrugada del lunes 31 de mayo un grupo de elite del ejército israelí atacó el Mavi Mármara, la embarcación que partió desde Estambul para brindar ayuda humanitaria en la franja de Gaza asesinando a nueve de sus integrantes. Erdogan calificó el ataque como “terrorismo de Estado inhumano”, algo de lo que él y los gobiernos que lo antecedieron conocen por ejercerlo. Ante la gravedad de los hechos voló con urgencia a Ankara. Las relaciones con Israel se tensaron y las viejas alianzas ya no serían lo mismo, lo que desencadenó muchos de los problemas internos que hoy soporta la Turquía de Erdogan. Escasos días atrás se recompusieron esas relaciones con Tel Aviv y algunos analistas internacionales opinan que el rechazo del reconocimiento del Genocidio Armenio del 5 de julio pasado por parte del parlamento israelí, fue una de las monedas de cambio para esta nueva etapa de las relaciones entre ambos países.
El embajador turco Yalav fue removido en diciembre de ese mismo año. Estuvo esperando ser llamado a Ankara desde el gravoso episodio del busto que lo desacreditó ante funcionarios nacionales y ante sus pares. El diplomático tuvo un muy mal paso por la Argentina ya que a los seis días de haber llegado al país, en enero de 2007, el presidente Néstor Kirchner promulgó la Ley 26.199 de reconocimiento del Genocidio contra los armenios. Una fuente de la propia embajada comentó sobre el pavor que tenía por la comunidad armenia local. ¿Profecía autocumplida? Es probable.
Fue este mismo embajador el que decidió conmemorar el Día de la República de Turquía fuera de su residencia, el lugar tradicional para la conmemoración del evento de todos los 29 de octubre, e invitar a sus agasajados a hoteles céntricos de la ciudad para evitar los escraches directos de la juventud armenia que lo tenían a mal traer.
El busto de color verde hecho de resina de polyester y fibra de vidrio está actualmente en el patio interno de la finca de la calle 11 de Septiembre 1382 del barrio de Belgrano. La típica mirada fría de Mustafá Kemal, alias Atatürk, está dirigida hacia el noreste, pero a no confundirse ya que la ficción jurídica aceptada por el Derecho Internacional nos dice que, aun estando allí, el busto no está en territorio argentino.
Pablo Kendikian