(CNA de Sudamérica) En la edición del diario Clarín del 9 de diciembre, Mario Nalpatian, miembro del Consejo Nacional Armenio Mundial y vicepresidente de la Internacional Socialista, respondió en la sección Cartas al país a la publicación realizada por el embajador de Azerbaiyán en Argentina el 5 de diciembre en el mismo medio. Reproducimos el artículo.
“El 5 de diciembre Clarín publicó un artículo del embajador de Azerbaiyán en Argentina, titulado “El derecho de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj y la paz regional”. En el mismo el autor expresa una seria de falsedades e inexactitudes sobre el conflicto de Nagorno Karabaj y la República de Armenia, que evidencian una maliciosa confusión e intencionalidad de desinformar.
Nagorno Karabaj, desde el 2 de Diciembre de 1991 es una República independiente, asentada en una parte de los históricos territorios armenios. Jamás formó parte de la integridad territorial de la República de Azerbaiyán, ni antes ni después de la sovietización, únicos periodos reconocidos como sujetos de derecho internacional. En la República de Karabaj hoy se construye un Estado de derecho, con vigencia de la ley y autoridades electas bajo el monitoreo de observadores internacionales.
nalp2Las calificaciones vertidas en la nota sobre la República de Armenia son injuriosas y falsas. Luego de la desaparición de la Unión Soviética, Armenia y Azerbaiyán comenzaron a transitar su propio camino hacia la democratización. Mientras Armenia se encamina hacia una democracia parlamentaria, con plena vigencia de la ley y alternancia de gobernantes, Azerbaiyán se halla en un franco retroceso a las libertades y derechos, alentado por la gobernante dinastía autoritaria y opaca
En la nota se menciona que Armenia amenaza la paz y seguridad regional, otra falsedad fácilmente verificable. Solo en 2013, Azerbaiyán compró armas por US$ 4.000 millones, frente a los US$ 400 millones adquiridos por Armenia. Respecto del episodio del derribo del helicóptero armenio, este era de instrucción de vuelo, no iba artillado, y fue derribado sobre la “zona de nadie”, hecho que fue condenado por el canciller ruso, y el secretario de Estado de EE. UU.”