La ciudad de Kobani o Ayn Al-Arab, en Alepo, Siria, se originó en las inmediaciones de la estación de tren del Ferrocarril de Bagdad, construida en 1912 por la empresa Koban Railway Company. Sus primeros pobladores fueron kurdos, pero al igual que sucedió en otros poblados, a partir de 1915, refugiados armenios que huían del genocidio perpetrado por el Estado turco, se refugiaron allí. Las fronteras establecidas en 1921, dejaron a una parte del poblado dentro del territorio turco, denominado Suruc. En la década del ´60, gran parte de la población armenia emigró, en su mayoría a la República Socialista Soviética de Armenia. Los kurdos permanecieron, representando a la mayoría absoluta de Kobani.
En julio de 2012, las Unidades de Protección Popular kurdas tomaron esta ciudad limítrofe con Turquía. Dos años después, comenzaron a sufrir los embates del Estado Islámico de Irak y el Levante, conocido por sus siglas en inglés como ISIS. En septiembre se agudizaron los ataques desde los flancos oeste y sur, y el 6 de octubre ingresaron sus tropas en la parte este. Mientras 3.000 combatientes kurdos sirios se enfrentaban a más de 10.000 de ISIS, unos mil kurdos de Suruc quisieron cruzar la frontera para asistirlos. Pero fueron detenidos por las fuerzas de seguridad turcas. Horas después, Estados Unidos efectuó seis ataques aéreos, para combatir a los yihadistas.
Sin soslayar la situación humanitaria, desde el CNA entendemos que esta situación no hace más que poner en evidencia cuál es el lugar que ISIS ocupa en la agenda para algunos Estados. Turquía, que había armado y permitido el ingreso de autodenominados rebeldes a Siria para destruir Kessab, prohíbe el paso de los kurdos para asistir a sus hermanos que entregan su vida para combatir al Estado Islámico, y también la pierden frente a los bombardeos que supuestamente los van a proteger.
El ataque y eventual caída de Kobani es un mensaje del ISIS y de Turquía hacia los kurdos y el gobierno de Siria. El ISIS avanza sobre los territorios controlados por los kurdos despejando el camino a Turquía, que con esto logra ocupar el norte de Siria, uno de sus objetivos, y neutraliza la posibilidad de que la autonomía kurda se extienda a Turquía con los kurdos de allí, otro de sus objetivos. En tándem con el ISIS, a quien alentó y acompañó todo este tiempo, comienzan a desmembrar a Siria.
A meses de conmemorarse el centenario del genocidio armenio perpetrado y negado por el Estado turco, la idea de que un Estado fuerte se construye aniquilando a parte de su población sigue vigente. Una lectura ingenua cree que esto es patrimonio exclusivo de la barbarie de ISIS. Mientras tanto, el Estado turco sigue aprovechando la oportunidad para avanzar sobre Siria y aplacar los anhelos kurdos. Es por ello que frente al flagelo de ISIS, Turquía es parte del problema y no de la solución.