El domingo 17 de agosto el arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires y primado de la Argentina Mario Poli anunció que el Papa Francisco celebrará una misa por el centenario del genocidio contra el pueblo armenio perpetrado por el Estado turco el 12 de abril de 2015, en la Basílica de San Pedro. Esta importante declaración fue realizada durante una misa en la Parroquia Armenia Católica Nuestra Señora de Narek junto a su párroco, Pablo Hakimian. Dada la relevancia que el Papa Francisco reviste en la escena mundial, se trata de un acontecimiento que indudablemente trascenderá los límites de la Fe Católica y constituirá un nuevo aporte a la lucha contra el negacionismo.
La confirmación de la celebración de esa misa es la respuesta a la invitación realizada por el Patriarca Nersés Bedros XIX de la Iglesia Armenia Católica, quien fuera recibido por el Papa Francisco en junio de 2013, junto a la hija de una familia sobreviviente del genocidio contra los armenios. En esa ocasión, el Papa afirmó que fue “el primer genocidio del siglo XX”. Esta declaración, debe recordarse, generó una dura respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía, donde consideraban las expresiones del Papa Francisco absolutamente inaceptables.
Es imprescindible recordar otro pasaje de la respuesta oficial de Turquía. El comunicado atribuía la postura del Papa Francisco a la influencia de la comunidad armenia de Argentina, y su esfuerzo por presentarle su visión parcial de los hechos: “Se sabe que el Papa, antes de ser elegido para su cargo actual, mientras era Arzobispo de Buenos Aires, hizo declaraciones en apoyo a las visiones de los armenios que interpretan la historia desde su propia perspectiva”. El comunicado elegía olvidar que la mayor parte de esta comunidad en Argentina tuvo su origen en ese episodio.
Desde el Consejo Nacional Armenio entendemos que más allá del acompañamiento espiritual del Papa Francisco a través de una misa de estas dimensiones, quienes peleamos cotidianamente contra el negacionismo, por la verdad y la justicia debemos valorar que no se trata solamente de un gesto de cortesía, sino que implicó la reafirmación de una posición de reconocimiento del genocidio de los armenios que a meses del centenario de su inicio continúa impune y negado por sus responsables.