Un año atrás, entre el 2 y el 6 de abril de 2016, el ejército de Azerbaiyán lanzó un ataque masivo contra la República de Nagorno Karabagh (RNK) con el objetivo de ocupar militarmente su territorio y desplazar a su población. Tanques, helicópteros militares, aviones no tripulados y artillería pesada fueron utilizados contra los poblados fronterizos del norte, sureste y sur de la RNK, atacando hogares, escuelas e incluso ambulancias. Se trató de la más grave violación al cese al fuego acordado en 1994 por las partes.
Durante cuatro días, las tropas regulares azerbaiyanas ejecutaron y mutilaron ancianos en sus hogares, y difundieron imágenes de soldados armenios decapitados y desmembrados, con el objetivo de infundir pánico entre la población civil de Armenia y Nagorno Karabagh. Días después, algunos de los responsables de estos crímenes de guerra fueron condecorados por el Presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.
A pesar de la aplastante superioridad militar de Azerbaiyán, cuyo presupuesto militar multiplica por diez al de Nagorno Karabagh y Armenia (garante de su seguridad), la aventura militar de Bakú fracasó en todos los frentes.
A nivel militar, el ejército de la República de Nagorno Karabagh rechazó la agresión y aseguró la integridad física de su pueblo, devolviendo a las tropas azerbaiyanas a sus posiciones de partida, gracias a la acción mancomunada de miles de voluntarios y reservistas que se volcaron espontáneamente hacia la línea de combate.
A nivel diplomático, evidenció la falta de compromiso de las autoridades de Azerbaiyán con la resolución pacífica del conflicto en el marco del Grupo de Minsk de la OSCE, y derivó en la aceptación a regañadientes por parte de Bakú de las propuestas de monitoreo de la Línea de Contacto que había rechazado hasta entonces.
A nivel político, el régimen autoritario de la dinastía Aliyev debió incrementar la represión contra activistas opositores y la censura a los medios de comunicación como estrategia para sortear una nueva derrota militar y el descontento creciente de su población, en un contexto de crisis económica derivada de la caída de los precios del petróleo.
A su vez, los crímenes de guerra cometidos por Azerbaiyán contra la población civil de Nagorno Karabagh un año atrás, pusieron de manifiesto que las propuestas de los co-presidentes del Grupo de Minsk de poner provisoriamente a la RNK bajo la administración de Bakú, además de ser improcedentes desde el punto de vista jurídico, son inviables desde el punto de vista ético y humanitario.
Los doce meses que transcurrieron desde entonces, son tiempo suficiente para poner en perspectiva qué han hecho las partes para consolidar la paz y el bienestar de su población en una de las regiones más conflictivas del planeta.
El gobierno y el pueblo de la República de Nagorno Karabagh, con el respaldo de los armenios de todo el mundo, asumieron durante el pasado año la tarea de la reconstrucción de los poblados afectados, la asistencia a las familias de los fallecidos y el fortalecimiento de la estatalidad de la joven república.
El símbolo de ese proceso de consolidación de la democracia y el estado de derecho en la RNK fue el referéndum constitucional que tuvo lugar el pasado 20 de febrero. Una nueva convocatoria al pueblo de Karabagh que respondió masivamente, con un resultado ejemplar avalado por un centenar de observadores internacionales de más de treinta países.
Entre tanto, al otro lado de una de las fronteras más peligrosas del mundo, el presidente Ilham Aliyev dedicó su año a planificar una nueva agresión militar (esta vez contra Armenia, ejecutada en las vísperas de año nuevo y Navidad), perseguir judicialmente a quienes visitaron Nagorno Karabagh y engrosar una anacrónica lista negra de personas y organizaciones que no pueden ingresar a su país. Por si fuera poco, modificó la Constitución para extender su mandato, designar a su esposa como vicepresidenta y abrir el camino para que su hijo pueda acceder a la presidencia antes de la edad establecida. De esta forma selló la permanencia en el poder de la dinastía que comanda los destinos y negocios del país desde hace cuatro décadas.
A un año del brutal ataque contra la República de Nagorno Karabagh, honramos la memoria de las víctimas y saludamos al heroico pueblo de Karabagh, que demostró en las urnas y en el frente de batalla su inquebrantable voluntad de vivir con independencia en su patria ancestral. Iniciativas como la creación del Foro Nagorno Karabagh en Uruguay indican que el pueblo de Karabagh no estará solo en la tarea de construir un futuro de paz para su hijos, y demuestran el importante rol que pueden jugar los actores políticos, académicos y sociales en la defensa de derechos fundamentales.
Consejo Causa Armenia del Uruguay
Montevideo, 6 de abril de 2017