(Consejo Causa Armenia del Uruguay) El 27 de febrero de 1988, en la ciudad industrial de Sumgait ubicada en la entonces R.S.S. de Azerbaiyán, a sólo 26 km de su capital Bakú, bandas paraestatales con la complicidad de las autoridades ingresaron a las viviendas de las familias armenias de la ciudad, asesinando a centenares de ciudadanos e incendiando sus hogares.
El clima de discriminación y odio racial contra la población armenia promovido por el gobierno de la R.S.S. de Azerbaiyán, derivó en manifestaciones de ciudadanos azeríes alentando el asesinato de los armenios de la ciudad, unos 18.000 en ese entonces. Grupos armados con cuchillos y hachas entraron rápidamente en acción, ingresando durante los días siguientes en las viviendas de los armenios, previamente identificadas por las autoridades, quienes cortaron las líneas telefónicas y desoyeron los pedidos de auxilio de las víctimas.
Como un nefasto recordatorio de las atrocidades sufridas por su pueblo décadas atrás, las familias armenias fueron víctimas de vejaciones y humillaciones de todo tipo. Los testimonios gráficos recogidos reflejan el ensañamiento de los atacantes: las víctimas fueron mutiladas y sus cuerpos incinerados, las mujeres fueron violadas sistemáticamente, y los sobrevivientes debieron abandonar la ciudad, dejando tras de sí sus pertenencias y sus viviendas ardiendo en el fuego.
El resultado del terror promovido desde el Estado provocó cientos de muertes y miles de heridos entre la población civil armenia, empujando al exilio a más de 300.000 armenios residentes en la R.S.S. de Azerbaiyán. El horror para los armenios no se agotó en esas jornadas, sino que se extendió rápidamente hacia la capital, Bakú, y a otras ciudades y poblados (Kirovabad, Maragha, Khanlar), donde pogromos anti-armenios de iguales características tuvieron lugar.
La violencia emprendida por las autoridades de Azerbaiyán en 1988 contra sus ciudadanos de origen armenio, se inscribe en el plan sistemático de limpieza étnica emprendido por turcos y azeríes algunos años antes de 1915, y que tras los pogromos de Sumgait (1988) y Bakú (1990) continuó con el ataque armado del ejército regular de Azerbaiyán contra la población civil armenia de Nagorno Karabagh, durante los años siguientes.
El espíritu xenófobo que inspiró esta limpieza étnica continúa conduciendo los destinos de Azerbaiyán, cuyo presidente Ilham Aliyev ha señalado públicamente a los armenios como los “principales enemigos” del país, y promovido la violación sistemática de los principios del Derecho Internacional atacando militarmente a las Repúblicas de Armenia y Nagorno Karabagh.
El plan de exterminio del pueblo armenio emprendido por turcos y azeríes un siglo atrás, con la ejecución del Genocidio Armenio en el territorio del Imperio Otomano y las matanzas de armenios en las principales ciudades del Cáucaso, fracasó. Su continuación en 1988 y la agresión contra civiles armenios con el objetivo de vaciar de su población autóctona a Nagorno Karabagh también fracasó. El pueblo armenio consiguió sobrevivir y enfrentar a sus verdugos con dignidad, exigiéndoles el reconocimiento y la reparación de sus crímenes.
En la actualidad, Turquía y Azerbaiyán intentan doblegar a la República de Armenia mediante el bloqueo económico al que la someten desde 1993, exigiéndole explícitamente que renuncie a sus legítimas aspiraciones de Justicia en torno al Genocidio Armenio, en otra empresa conjunta destinada al fracaso.
Descargar el informe “The Sumgait Syndrome. Anatomy of Racism in Azerbaijan” (en inglés, las imágenes pueden herir la sensibilidad de los lectores).
Foto: Vivienda perteneciente a una familia armenia de Sumgait víctima de la masacre de febrero de 1988.