(PRENSA ARMENIA) El Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) presentó el libro “Veintidós vidas. Los desaparecidos armenios de la dictadura ’76-’83” del periodista Cristian Sirouyan durante un acto el jueves 7 de diciembre.
Al comienzo, Juan Manuel Peralta, trabajador del predio y uno de los impulsores de la actividad, remarcó la importancia de llevar adelante la presentación en el auditorio de la Casa de la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, y agradeció al Espacio Memoria y Derechos Humanos por la organización del evento. Además, resaltó la presencia de miembros del Museo Malvinas y del Consejo Nacional Armenio.
El autor, editor de la sección Viajes del diario Clarín, abrió su presentación remarcando la dificultad que encontró al enfocarse en un tema que nunca había sido trabajado y era “tabú” dentro de la comunidad armenia. “La idea de escribir el libro surge de una demanda personal que tenía dando vueltas hace unos cuantos años, que tuvo que ver con la absoluta desinformación que tenía en tiempos de la dictadura, y de golpe el conocimiento repentino y casual de que había desaparecidos de origen armenio dentro de los 30.000”.
Luego, Sirouyan contó que conoció a los familiares de los desaparecidos armenios durante un acto de homenaje y siempre sintió la necesidad de hacer algo por ellos. “Pero también era hacer algo por mí y por mi propia historia personal y familiar. Yo soy nieto de cuatro abuelos que llegaron a Uruguay y a Argentina escapando del genocidio. Siempre en estas tierras se sintieron cobijados y agradecidos porque habían encontrado la tierra promisoria donde iban a reconstruir sus vidas. Quería honrar la memoria de ellos”.
Haciendo referencia a los paralelismos entre las historias de vida, Lila Pastoriza, directora de Contenidos del Espacio Memoria, reflexionó que hubo una “pérdida de la excepcionalidad histórica”. Sobre el caso armenio, remarcó que se trató de una comunidad “que vivió el genocidio sesenta años antes. Esa es la singularidad del libro”. Pastoriza se detuvo específicamente en los casos de María Bedoian, compañera de ella, y Arpi Zeta Yeramian, quien estuvo en la ESMA. “No solo es importante por lo que significan dos genocidios en un mismo grupo, sino por cuál es la relación. Yo pienso que es muy probable que sí se haya armado un vínculo, a través de la memoria, por un lado de las cosas transmitidas, y por otro a través de lo que uno, en relación con la situación que vivía, buscaba en esas historias”, opinó Lila Pastoriza, quien es además sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada.
“La memoria de lo ocurrido influye mucho en la mirada hacia el mundo. Cuando uno tiene una familia que fue destruida, deportada a otros países, que se murió de hambre, que fue exterminada… ¿de qué manera te parás frente al mundo, a la vida que querés hacer, a la sociedad que querés? Ese es un modo de transmisión de memoria, aunque no sea literal”.
El periodista y escritor Andrés Asato, autor del libro “No sabían que somos semillas” sobre los desaparecidos de origen japonés, puntualizó sobre las similitudes y diferencias entre ambos casos.
“Cristian nos cuenta que no había relación entre los militantes y su comunidad, estaban integrados a la sociedad mayor. No fue así en el caso de la comunidad japonesa, muchos referentes sí actuaban en la comunidad”, explicó el periodista. “No puedo decir ‘la comunidad nuestra cambió’. Sí sé que hoy por lo menos saben que hubo 17 desaparecidos”.
“En nuestra comunidad al principio fue duro”, relata Asato. “La gente no quería comentar nada, era algo ‘vergonzoso’, se veía como algo ‘mal hecho’. Había una cuestión de respeto hacia lo que era el orden. De alguna manera, esas historias entre la comunidad armenia y la nuestra se emparentan. Creo que mucho por desconocimiento. Hay también cuestiones culturales: el proceso migratorio de la comunidad japonesa fue después de la segunda guerra, era una sociedad donde el tema militar estaba muy fuerte”.
Carlos Estéves, arquitecto y docente de FADU-UBA, hizo referencia a su trabajo de memoria sobre los 117 desaparecidos de la Facultad de Arquitectura. Sobre Veintidós vidas, Estéves elogió que se trate de “una construcción colectiva”, ya que “hay opiniones, reflexiones y citas históricas entre cada biografía de estas personalidades de la comunidad armenia”.
“Es un libro imprescindible. Hay 22 vidas que estaban en algún lugar. Hay familias que los deben buscar o no buscar, encontrar o no encontrar. Pero vuelven a estar”, cerró Estéves.
Foto: (De izq. a der.) Carlos Estéves, Cristian Sirouyan, Lila Pastoriza y Andrés Asato