El primer Genocidio del S.XX

(Consejo Causa Armenia del Uruguay) El 24 de abril de 1915 comenzó a ejecutarse el siniestro plan mediante el cual el Estado Turco expulsó de sus territorios ancestrales, deportó y asesinó a un millón y medio de armenios, culminando así con las persecuciones y matanzas que se venían perpetrando desde 1890 en todas las provincias armenias del Imperio Otomano, e incluso en su capital, Constantinopla.

La antesala del genocidio que comenzó en 1915 se produjo entre 1884 y 1886 cuando el sultán inició una campaña de asesinatos en el que murieron más de 300.000 armenios. Tras la toma del poder por el Comité para la Unión y el Progreso, los denominados Jóvenes Turcos en el gobierno organizaron en 1909, una matanza en la ciudad de Adaná, sobre las costas del golfo de Alejandreta, en la que aniquilaron a 30.000 armenios. Esta matanza desde el punto de vista turco fue sumamente exitosa porque permitió al gobierno comprobar que en caso de lanzar una política masiva de exterminio no produciría ninguna reacción en contra por parte de las Grandes Potencias.

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, en la que Turquía participó del bloque formado por Alemania, Austria-Hungría, y Bulgaria. A partir de ese momento, el gobierno ultranacionalista de los Jóvenes Turcos, encabezados por Talaat, Enver y Djemal, reafirmó la esencia del imperio no sobre una base multiétnica como lo había proclamado en un principio, sino por la “unión sagrada de la raza turca”, comprendiendo a todos los pueblos de esa lengua, desde el Ural hasta Asia Central, imponiéndose así el panturquismo.

Comenzó entonces a ponerse en práctica el genocidio planificado por los Jóvenes Turcos en los congresos secretos de Salónica. En febrero de 1915, uno de los ideólogos del CUP, el Dr. Nazim, admitió en una sesión del comité central que era “absolutamente necesario eliminar a la población armenia de manera integral, para que no quede ningún armenio en esta tierra, y el concepto de armenio sea extinguido. Estamos en guerra. No tendremos nunca una oportunidad más conveniente que esta.” (citado por G. S. Graber en “Caravans of oblivion:The Armenian Genocide” , 1915).

En la noche del 24 de Abril de 1915 el gobierno turco procedió a la detención de más de ochocientos notables, todos ellos armenios. Religiosos, dirigentes políticos y sociales, intelectuales, músicos, poetas, maestros, profesionales y comerciantes fueron arrestados y asesinados. Casi simultáneamente se ordenó dar muerte a los hombres en edad militar, quienes previamente habían sido llamados bajo bandera. De esta manera, el pueblo resto de la población quedó sin posibilidades de defensa. Comenzó la deportación letal. Las mujeres, los niños, los ancianos y los pocos hombres que aún se encontraban en sus casas, fueron obligados a caminar grandes distancias en las que morían sistemáticamente de cansancio, deshidratación y hambre.

Al mismo tiempo, las caravanas eran sometidas a pillajes y matanzas sistemáticas por parte de tropas regulares, turbas fanatizadas, tribus kurdas, etc.

Las terribles condiciones de la “deportación”, no encontraban su fin en el destino de las caravanas, donde eran concentrados hasta que el hambre o la saña de los genocidas los condujera a la muerte.

De esta forma, se cumplía estrictamente con la orden del ministro del Interior Turco, Taleat Pashá que establecía que: “Ha sido precedentemente comunicado que el gobierno por orden de la Asamblea, ha decidido exterminar totalmente a los armenios que viven en Turquía. Quienes se opongan a esta orden no pueden ejercer función alguna de gobierno. Sin miramiento hacia las mujeres, niños e inválidos, por trágicos que sean los medios de traslado, se debe poner fin a sus existencias.”

Fueron asesinados en estas condiciones más de un millón y medio de armenios, mientras que los escasos sobrevivientes debieron emigrar a la Armenia Oriental (bajo dominio ruso) o al extranjero, constituyéndose una extendida Diáspora.

Tras la finalización de la Guerra, Armenia se declaró Independiente en el territorio oriental que se encontraba bajo dominio ruso mayoritariamente, el 28 de mayo de 1918. El Tratado de Sevres en 1920, estableció que el presidente de los EEUU Woodrow Wilson debería establecer la frontera de los territorios armenios usurpados por Turquía, los cuales serían restituidos a la naciente República de Armenia. Sin embargo, las fronteras establecidas por Wilson nunca fueron tenidas en cuenta, y continúan bajo dominio turco.

Turquía, vencida en la guerra, aprovechó las posteriores retiradas de los ejércitos aliados de ocupación para continuar con el plan genocida contra los armenios que habían conseguido sobrevivir al genocidio y retornar de los destinos inhumanos de la “deportación”. El mismo continuó intermitentemente, bajo el gobierno de Kemal Atatürk (fundador de la actual República de Turquía) hasta 1923.

Las evidencias fotográficas, los documentos oficiales del gobierno turco y sus aliados en la Guerra, los testimonios de testigos oculares, entre otras, no dan lugar a dudas acerca de la naturaleza de este Genocidio. Sin embargo, las autoridades turcas, a un siglo de estos hechos, continúa negando la existencia de este crimen de lesa humanidad, amparando su impunidad en la complicidad de las Grandes Potencias.

La Diáspora Armenia, surgida a partir de los sobrevivientes y refugiados del Genocidio, trabaja incansablemente buscando justicia para las víctimas de la barbarie del Estado Turco contra sus ciudadanos, para que la impunidad de los genocidas no continúe perpetuando la cadena de crímenes contra la humanidad.